Muchas veces nos matriculamos en las mismas carreras que eligieron nuestros padres o familiares porque no hemos recibido una adecuada orientación vocacional en la escuela; algunos, salimos del colegio sin saber que estudiar y a veces por la presión de nuestros seres queridos, elegimos lo primero que se nos viene a la mente.
“Tienes que ser ingeniero como tu tío”, “tienes que ser médico como tu padre”, “ser educador es una tradición familiar”, “estudia derecho porque siempre quise ser abogado”, son frases que nos dicen sin detenerse a analizar si esa profesión nos agrada, o si mis aptitudes, habilidades y personalidad guardan relación con esa carrera profesional.
Es importante que nosotros mismos decidamos nuestra profesión porque es una elección para toda la vida. Muchos no estamos preparados para elegir que carrera estudiar, por eso debemos tomarnos un tiempo prudente y hacer un test para saber que estudiar. No olvidemos que lo que estudiemos, lo realizaremos día tras día, será lo que nos llene de satisfacción, de disfrute, de alegría.
La elección debe ir acorde a diferentes aspectos, como la madurez intelectual (aptitudes y capacidades); por ejemplo, no nos pueden exigir que estudiemos ingeniería si no tenemos aptitudes y capacidades para la matemática. Debe existir coherencia con lo que debo estudiar.
Con respecto a nuestra personalidad, esta debe guardar relación al perfil de la carrera profesional; por ejemplo, para ser psicólogo debemos tener espíritu de servicio, tener capacidad de escucha y saber aconsejar. Si decidimos por el periodismo, no podemos ser tímidos, debemos ser curiosos, y siempre tener afán por saber más.
Por otro lado, es muy mínimo el porcentaje de jóvenes que estudian la misma profesión del padre o la madre por verdadera vocación, lo que sí podría darse es que, si sus padres son un modelo profesional y existe admiración, querrán alcanzar el ideal, que es ser como ellos.