En la actualidad muchas instituciones universitarias plantean la formación integral como complemento o aspecto secundario de la formación profesional; otros la entienden como opuesta a la especialización, o en el caso aún más crítico, como adorno de la especialización.
La formación integral permite el progreso de todos los componentes de la personalidad de los estudiantes, como el desarrollo de las capacidades teóricas, prácticas e investigativas, la cultura física, la apreciación artística, así como el desarrollo de los afectos, sentimientos, emociones y la voluntad.
La universidad que opte por brindar una formación integral tendrá que abarcar varias dimensiones: la profesional (formación intelectual y especializada de alta calidad.), investigativa con responsabilidad social (formación para investigar, así como para producir nuevos conocimientos), personal (formación para el desarrollo cognitivo, afectivo, volitivo-conativo), sociopolítica (formación en valores, ética y ciudadana) y cultural (formación corporal y sensibilidad artística).
El profesor Mg. William Cortez Maldonado, sub director académico de la UCH, afirma que la ética y los valores constituyen las bases fundamentales para que el estudiante decida participar en la transformación de la realidad natural y social del país, asumiendo un papel relevante en la solución de los problemas y orientando sus acciones a la construcción de una sociedad justa y solidaria.
El haber asimilado estas dimensiones durante la formación universitaria significa que el futuro egresado ha desarrollado capacidades y competencias en las áreas de su especialidad, pero además del marco de una educación integral.
¿Cómo se aplica la formación integral en las carreras?
Los académicos Walter Peñaloza y José Virgilio Mendo, han enriquecido el concepto de formación integral al proponer que en el currículo universitario debe contener las áreas de conocimiento, práctica formativa, prácticas preprofesionales, actividades culturales, investigación y responsabilidad social, orientación y tutoría del estudiante.
“El currículo de la UCH, adoptó este enfoque desde los inicios de su vida académica hasta llegar a tener identidad propia”, sostiene el profesor Cortez.
La Formación Integral en la UCH está conformada por las siguientes áreas:
Conocimientos: Con un diseño curricular que responde a las exigencias del mercado laboral y una plana de docentes de primer nivel.
Tutoría y consejería: Para acompañar al estudiante en su desarrollo académico.
Prácticas preprofesionales: Para introducir al estudiante al mundo laboral desde los primeros ciclos.
Actividades artísticas y deportivas: Para desarrollar habilidades sociales, liderazgo, trabajo en equipo, empatía, entre otros.
Investigación: Para orientar al estudiante en la elaboración de la tesis y en la investigación en general.